1. Pon todos los ingredientes,  excepto el huevo,  en un recipiente amplio y amasa hasta conseguir una masa consistente. Este paso puedes realizarlo también con un robot amasador. Si realizas este proceso a mano, saca la masa del cuenco y amasa sobre la mesa de trabajo hasta conseguir una masa elástica y fina. Podrás comprobar que la masa está en su punto si al coger un trozo de ella y estirarlo tiene cierta transparencia, como una sábana.

2. Deja reposar la masa dentro del cuenco 50 minutos, tapada con un plástico y un paño limpio.

3. Después de esta primera fermentación, saca la masa y cortala en piezas de igual peso. Forma una bolas con ellas y ponlas en el interior de un molde alargado, engrasado con mantequilla. El cierre de la bola debe quedar en la parte de abajo. Con esta cantidad podrás llenar dos moldes de 25 cm.

4. Mete cada molde dentro de una bolsa de plástico y ciérrala. Deja fermentar a temperatura ambiente hasta que doblen su tamaño. Entre una hora y medio o dos horas como mucho.

5. Precalienta el horno a 200 º C

6. Antes de introducir en el horno, bate el huevo que habíamos reservado y pinta con el los panes.

7. Cuece los panes durante 40 minutos. La superficie ha de quedar dorada.

8. Una vez horneados saca los panes de los moldes con cuidado de no quemarte y deja enfriar sobre una rejilla.

Consejos:

• Cuando des forma a las bolas de masa es importante que estas queden bien apretadas, la miga quedará mucho más esponjosa.
• Este pan se puede congelar. Una vez frío,  cortado en rebanadas, bien envuelto en film transparente o en bolsas con cierre.
• Puedes utilizarlo no solo para torrijas, también es delicioso para tomar en rebanadas, en desayunos o meriendas.