1. Diluye la levadura en 50 ml de agua templada y déjala reposar 5 minutos.

2. Tamiza la harina en un cuenco. Añade el queso, el aceite, la sal y el agua con la levadura (50 ml), mézclalo con los ganchos amasadores de la batidora, a velocidad baja. También puedes hacer el amasado a mano.

3. Ve añadiendo el resto del agua, yo necesité 350 ml de agua para conseguir una masa lisa y suave. Es importante considerar el tipo de harina, incluso la marca, ya que esto puede afectar respecto a la cantidad de agua necesaria. Mi consejo es que vayas añadiendo el agua poco a poco, hasta conseguir una masa suave y que no se pegue, de este modo no os pasaréis ni os quedaréis cortos de agua.

3. Cuando llegues a este punto, saca la masa y trabájala un poco sobre la encimera ligeramente enharinada. Divide la masa en porciones del tamaño deseado y da forma redonda.

4. Tápalas con un paño limpio y déjalas reposar en un lugar templado hasta que casi doblen su tamaño, al menos una hora.

5. Precalienta el horno a 250ºC. Pinta el pan con aceite de oliva y mete en el horno precalentado, a media altura, unos 15-20 minutos.

6. Cuando estén horneados, sácalos y deja enfriar en una rejilla.